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Samaranch, grande del olimpismo

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Mensaje  Jesus 90 Lun Abr 26, 2010 7:46 am

Hoy se nos ha ido Juan Antonio Samaranch, actual Presidente de Honor del COI y quizá el único capaz de hacer sombra al mismísimo Barón Pierre de Coubertin.

Juan Antonio Samaranch Torelló nació en Barcelona el 17 de julio de 1920. Ya desde pequeño se supo de su afición por el deporte, especialmente por el hockey. Como periodista deportivo, fue enviado como enviado especial a Helsinki 1952. En 1943, tuvo sus roces con el régimen franquista cuando se quejo tras un partido en el que el FC Barcelona perdió 11-1 contra el Real Madrid en condiciones un tanto sospechosas (según dice la leyenda, los jugadores culés fueron amenazados por la Guardia Civil) Dicha queja le costo la licencia de periodismo y la prohibición de ejercer durante algún tiempo. Para poder ejercer su profesión y ganarse el respeto del régimen, decidió afiliarse a Falange, algo que sus detractores usaron vanamente durante años como arma contra Samaranch.

Entre 1955 y 1962 fue Concejal de Deportes en el Ayuntamiento de Barcelona, coincidiendo la organización de los Juegos del Mediterráneo de 1955. En 1967 fue Delegado Nacional de de Educación Física y Deportes. Tres años antes, fue procurador en Cortes, cargo que ostento entre 1964 y 1977. En 1973, compagino ese cargo con el de Presidente de la Diputación de Barcelona. En 1977 fue nombrado embajador en la URSS y Mongolia. Por aquel entonces, ya era vicepresidente del COI, y aprovecho su condición de embajador para establecer los contactos necesarios para alcanzar la presidencia.

Dichas gestiones tuvieron su fruto en 1980, cuando fue elegido como nuevo presidente del COI, sustituyendo a Michael Morris, más conocido como Lord Killanin, durante la Sesión del COI celebrada en previa a los Juegos Olímpicos de Moscú. Cuando llego a la presidencia, el Movimiento Olímpico estaba a punto de irse a pique. Era un movimiento prácticamente muerto.

Si Pierre de Coubertin fue el fundador de los Juegos Olímpicos modernos, Samaranch los reinvento y los convirtió en la fiesta deportiva que ahora conocemos. Fue quien más se implico para acabar los boicots políticos que marcaron las citas de 1976, 1980, 1984 y en muy menor medida, en 1988. También acabo con la bancarrota del movimiento olímpico, implementando el modelo de financiación mediante patrocinadores. Por aquel entonces, las ciudades dispuestas a albergar los Juegos se podían contar con los dedos de una mano, y aun sobrarían varios, porque nadie estaba dispuesto a asumir un coste tan elevado (sin ir mas lejos, hay que mirar Montreal 1976, que acabo con una ruina económica tanto para la región de Quebec, que acabaron los Juegos con una deuda de 1.500 millones de dolares y que tardaron treinta años en saldar por completo) Ahora, obtener los Juegos es prácticamente una cuestión de Estado para el país que lo intenta, y mas sabiendo que ahora, los Juegos no le cuestan prácticamente nada al contribuyente (En Barcelona 92, la financiación publica llego solo al 9%, siendo todo lo demás financiado por la venta de los derechos de televisión, los patrocinadores y el propio COI). Una vez solventados estos dos escollos, paso a ocuparse del tercero, cargándose uno de los mayores lastres del Movimiento Olímpico: El veto a los deportistas profesionales, que hasta Seúl 1988 eran tan bien recibidos en el movimiento olímpico como una plaga de termitas. Uno de sus antecesores en el cargo, Avery Brundage, fue quizá el defensor más recalcitrante de la separación total de los profesionales del olimpismo. Al permitir que los profesionales compitieran en los Juegos, acababa con la vieja táctica de los países de Europa del este de enviar a profesionales como amateurs encubiertos.

Una acusación de profesionalismo impidió a Paavo Nurmi participar en Los Ángeles 1932 y 19 años antes, en 1913, otra acusación similar le costó la retirada de dos medallas de oro a Wa-Tho-Huk, más conocido como Jim Thorpe, doble medallista en Estocolmo 1912. Estas dos últimas preseas doradas le fueron restituidas 32 años después de su muerte a propuesta del propio Samaranch, durante los Juegos de Los Ángeles 1984.

Su cuarto gran logro fue el retorno de Sudáfrica a los Juegos Olímpicos tras 32 años de ausencia debido a la expulsión del país por su política de apartheid. Su última participación antes de Barcelona 92 se remontaba a los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Sudáfrica estuvo ausente durante 7 citas olímpicas (Tokio 1964 – Seúl 1988) Otro país que reapareció con Samaranch llevando la batuta fue China, siendo su primera participación siendo la República Popular China. Anteriormente habia competido como la "República de China" actualmente conocida como China Taipei

El 17 de octubre de 1986, pronuncio cinco palabras que quedaron grabadas en la memoria colectiva española: “À la ville de Barcelona” Con esas palabras, anunciaba que los Juegos Olímpicos de 1992 se iban a celebrar en Barcelona. Seis años después, Samaranch decía que dichos Juegos Olímpicos habían sido “los mejores de la Historia” afirmación que a día de hoy, 18 años después, solo la cita de Pekín 2008 esta en condiciones de rebatir.

Pero hacia el final de su mandato, entre 1999 y 2000, tuvo que afrontar el capitulo más oscuro de su mandato, cuando quedo al descubierto el escándalo de corrupción más grande de la historia del olimpismo al saberse que varios miembros del COI habían aceptado sobornos de distinta clase por parte de la candidatura de Salt Lake City 2002, ciudad organizadora de los JJOO de Invierno de aquel año (dinero, puestos de trabajo para sus familias, regalos, etc…) En vez de quedarse esperando y dejar que fuera su sucesor quien se comiera el marrón, devolvió el golpe con creces: Se “cargo” a los miembros que estaban pringados, prohibió los viajes a las ciudades candidatas, compareció ante el Congreso de Estados Unidos y se sometió a un voto de confianza que supero con facilidad.

Se despidió de la presidencia del COI en la misma ciudad en la que accedió a ella, Moscú. Antes de cederle el mando a Jacques Rogge, dejo atado el último cabo que le quedaba suelto: Llevar los Juegos Olímpicos a China. En su segundo intento, Pekín logro los Juegos Olímpicos de 2008 después de fracasar en su intento de llevarse los de 2000, que fueron a parar a Sídney por solo dos votos.

Si bien ya había abandonado los núcleos de poder del movimiento olímpico, Samaranch era una especie de poder factico, un poder cuya sombra era aun muy alargada. Si bien tenía gran influencia en el COI, esa influencia fue insuficiente para que Madrid lograra los Juegos de 2012, que fueron a parar a Londres, y 2016, que acabaron en Rio. En su última comparecencia ante el COI, en octubre del año pasado, durante la Sesión de Copenhague, el ya predijo que sería la última vez que se dirigiría a ellos, pidiéndoles que eligieran a Madrid 2016 como una especie de última voluntad

"Queridos colegas, he comenzado el final de mi tiempo. Tengo 89 años. Por eso os pido que consideréis premiar a mi país con el honor de albergar los Juegos Olímpicos en Madrid.”

Sus logros para el Movimiento Olímpico también tuvieron lugar fuera de los estadios. Cuando llego a Lausana en 1980, la sede del COI no era más que dos pisos en una calle de Lausana. Con la inestimable ayuda de Michael Payne, lograron que el Movimiento Olímpico pasara de tener esa sede tan cutre a tener como sede una bellísima zona junto al Lago Leman, con unos jardines espectaculares y tecnología punta. El Museo Olímpico, inaugurado en 1993, está en ese mismo lugar.

Por obra y gracia de Samaranch surgieron organismos tales como el Tribunal Arbitral del deporte, el TAS, fundado en 1984 y la Agencia Mundial Antidopaje, fundada en 1999. Si bien ambas organizaciones funcionan al margen del COI, guardan una estrecha relación con este. Ambas organizaciones cuentan con el sello Samaranch. También promovió la entrada de mujeres en el COI y doto a los deportistas de voz y voto en el Comité mediante la Comisión de Atletas.

Hoy se ha ido quizá el presidente más importante de la historia del COI. Si Pierre de Coubertin fue el fundador, Juan Antonio Samaranch fue el arquitecto que salvo al Movimiento Olímpico de su hundimiento y lo modifico de tal forma que si hoy, el Barón de Coubertin viera lo que son los Juegos Olímpicos, difícilmente los reconocería. Si el Comité Olímpico Internacional es el Vaticano del deporte, ese Vaticano tendrá a un Papa del Deporte eterno: Juan Antonio Samaranch.

Hasta siempre, Juan Antonio.

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